martes, 15 de noviembre de 2011

Reemprendiendo el Camino

Existen momentos en la vida de un ser humano que el caminar se le hace cuesta arriba. Momentos de verdadero agobio, desazón y dificultad. Desconoce totalmente que le ocurre, pues lo tiene todo para ser feliz. Se percata que realmente no es feliz, todo aquello por lo que se ha esforzado durante tanto tiempo, parece que ya no le mantiene en pie, no encuentra un sentido a su vida, las fuerzas flaquean, la desesperación le invade, desea acabar con todo. Deshacer lo que hasta ahora daba sentido a su vida, para embarcarse en alguna nueva aventura que le haga vibrar y sentir que realmente está vivo, que merece la pena Vivir.

Retoma el camino, sacudiéndose el viejo y pesado polvo, para ir dando pequeños y seguros pasos, prestando atención a las señales, un poco asustado, todo hay que decirlo, pero con la confianza, el entusiasmo y la fortaleza suficiente para seguir adelante.

Se torna consciente de que no se ha permitido el descanso necesario, de que la exigencia ha estado excesivamente presente y que el único artífice y responsable de su agotamiento e infelicidad es él mismo.

Confía en el proceso de la vida, en el ir y venir de los acontecimientos, en el hecho de que detrás de los llamados problemas, se encuentra una gran oportunidad. Oportunidad de mayor serenidad, oportunidad de relajarse y disfrutar, oportunidad para soltar todo aquello que ya no es válido en su vida, oportunidad de pintar una vida a color, oportunidad de Amar y Ser Amado.

¡Qué cuesta en ocasiones mostrar nuestra vulnerabilidad!, mostrar nuestro lado más sensible y auténtico. Avergonzándonos de cualidades tan puras e inocentes, que sin duda alguna son una gran Verdad. Dejemos pues de sentir vergüenza de nuestro lado más auténtico, para dar paso a expresarlo y compartirlo. No es de sabios pensar, que la vulnerabilidad o sensibilidad es algo “malo”, “estúpido” o “vergonzoso”, es de lo más valioso que albergamos en nuestro interior, proviene de ese niño o niña que todos hemos sido, esa parte más inocente, pura y creativa.

Recuérdate de que eres inocente, hónrate, acéptate y ámate. Nos enseñaron a odiar lo más preciado de nuestro Ser y ahora de adultos, continuamos castigándonos y odiándonos por nuestra sensibilidad, ¡ya está bien!

No importa si eres hombre o mujer, estás cualidades forman parte de nuestro Ser esencial, independientemente de nuestro sexo. Aspectos tan nobles y bellos, que en tiempos como los que corren, son necesarios expresar y compartir, con total valentía, atravesando el miedo, recuperando el poder, dejando que nuestra Luz nos acompañe alumbrado el Camino interior del Amor.

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