lunes, 10 de septiembre de 2012

Neurociencia, Afectividad y Relaciones


Las últimas investigaciones sobre neurociencia emocional, desarrollo neuronal y regulación afectiva, ha fortalecido, si cabe, aún más, la relevancia del desarrollo afectivo en la primera infancia.
A través de esta ciencia, se ha demostrado la importancia vital, que tiene en la vida de un ser humano, concretamente, desde su gestación hasta los 3 primeros años de vida, un vínculo afectivo sano y seguro con mamá y papá, para el desarrollo cerebral infantil, que posteriormente, cuando este bebé llegue a la vida adulta, va a repetir en las relaciones afectivas, lo que recibió.
¿Qué quiere decir esto?
Que todo lo que ocurre en esos primeros años de vida, es crucial para la posterior vida adulta, es la base de la salud mental y emocional de un ser humano.
Por lo tanto, lo que un bebé recibe en sus primeros años de vida, así como, en el vientre materno, es esencial en el desarrollo cerebral emocional y social.
Es el estilo relacional de mamá y papá, lo que moldea el cerebro humano, los padres tienen una gran responsabilidad y compromiso en el desarrollo del cerebro de sus hijos, el bebé necesita sentir seguridad, protección, amor, etc.
Ser padres y madres, es satisfacer a los hijos, es dar contacto, es acompañar, es ponerse en los patuquitos del otro, es postergar la necesidad del adulto, para satisfacer la necesidad real de los hijos.
La neuroplasticidad nos dice, que seguimos aprendiendo después de esos primeros años de vida y si queremos ofrecer algo diferente como educadores, hay que ir sanando todo aquello que se vaya presentando, ahora en el presente, en las relaciones con los seres que más amamos, de ese pasado condicionado, que aunque el adulto comprenda ahora, es necesario liberar la parte emocional y mental, para realmente, poder actuar desde la Presencia y acompañar y educar, desde el adulto consciente, sincero, honesto, que se muestra tal cual, reconociendo sus limitaciones y carencias y mostrando su Belleza, Respeto y Amor Incondicional.
Por ello, es fundamental y básico, sanar a nuestro niño interior, si, ese niño o niña que un día fuimos, liberarle, de tantas experiencias conflictivas, dolorosas y difíciles que se vivieron sin comprender nada de lo que pasaba. No significa que nuestros padres no nos hayan amado, ¡claro que sí!, pero la comprensión, conciencia y descubrimientos recientes que existen hoy en día, en cuanto a la educación de los niños, en el pasado no existía.
Se trata de evolución, de dejar de repetir patrones caducos, obsoletos, que nos causaron daño y que a los niños de ahora, también le causan.
Los niños sienten, ellos a su forma, se dan cuenta de todo lo que sucede, al igual que nosotros, cuando fuimos niños, nos dábamos cuenta, sabíamos, que algo estaba pasando, pero se nos ocultaba, se nos apartaba y eso generaba mayor confusión y abandono, nadie nos explicaba nada. 
Seamos francos con los más pequeños, cuidándoles, escuchándoles, aceptándoles tal y como son, comprendiéndoles y sobre todo Amándoles, se lo merecen.

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